Osaka & Nara

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En tren desde Hiroshima, llegué a Osaka, la tercera ciudad más grande Japón. Normalmente suelo viajar al mediodía para llegar al nuevo lugar por la tarde, o tarde noche, y esta vez no fue diferente.

Mi hostal estaba pegado a Dotonbori, una de las zonas más conocidas de la ciudad. Está lleno de tiendas y restaurantes alumbrados por numerosas pantallas publicitarias entre la que está, la del corredor de Glico, uno de los más destacados en Japón. Caminar por la noche a la vera del canal que lo atraviesa es una auténtica pasada. Osaka es conocido también por ser unos de los lugares donde mejor o más se come. Había infinidad de restaurantes entre los que elegir, yo me decanté por cenar un poco de sushi, a pesar de estar en Japón, no había sido fácil encontrar un restaurante decente hasta que no llegué a Osaka.

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Al día siguiente, tiempo de visitar la ciudad. Caminando todo el día y recorriendo la ciudad, sin tampoco mucho nada que ver, más que altos edificios y una ciudad más empresarial que otra cosa. Por el camino podías encontrar algún santuario, pero ninguno a destacar, salvo el castillo de Osaka que destaca por su grandeza y merece la pena dar una vuelta por sus alrededores.

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Al segundo día, era tiempo de visitar Nara, ciudad más tradicional y visita obligada que está a unos 30 minutos en tren de Osaka y donde su atractivo principal es su parque en el conviven cientos de ciervos.

Una vez en Nara, y de camino al parque, tienes la oportunidad de visitar la calle donde hay gran cantidad de tiendas tradicionales, tanto de comida como de objetos. A mí me llamó la atención en particular, una donde hacían uno de los postres típicos de Japón, el Wagashi. Para hacer la pasta que lo compone, varios hombres la trabajaban machacándola y golpeándola para que llegue a su punto. Es un auténtico espectáculo, como se puede observar en el siguiente video.

Una vez ya en el parque, lo primero que ves y como era de esperar, son los ciervos. Es digno de ver cómo la gente que visita el parque, entre los que yo me incluyo, se queda viendo y dando de comer a los ciervos al principio pensando que serán los pocos que podrán ver sin saber que haya por donde caminen más tarde habrá ciervos esperando para poder recibir alguna de esas galletas que te venden durante todo el camino para que los alimentes. Impresionante, están por todos lados. Si te ven venir sin nada en la mano no te harán ni caso, pero si ven que sacas una galleta del bolso o de la mochila se acercarán como locos para que se la des. Incluso algunos te investirán para que le des comida, hay que tener cuidado, al final son animales salvajes. De hecho, en mi presencia, vi como un niño japonés de no más de 2 años acompañado de su madre le daba una galleta a uno de ellos, y tras dársela y aplaudir de la alegría, el ciervo le invistió por sorpresa lanzándole un par de metros atrás. No pasó nada, sólo un susto, pero seguramente ese niño tardará un tiempo en acercarse de nuevo a un ciervo.

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El parque es enorme, por lo que lleva varias horas el recorrerlo, seguramente más tiempo del planeado como fue en mi caso. Así que tras recorrerlo y dar una vuelta por los alrededores de la estación, me volví para Osaka ya a la tarde para pasear de nuevo por Dotonbori antes de irme al hostal, ya que al día siguiente pondría rumbo a Kyoto.

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