Primera parada, Seúl.

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En torno a las 5 de la tarde y tras más de 33 horas de viaje, con escala en Madrid y Hong Kong, llegué finalmente a Seúl. Aunque estaba cansado por el largo viaje, estaba a tope de energía pues era el primer destino de mi viaje, el primer destino como mochilero. Mi primera vez en Seúl, mi primera vez en Corea del Sur, mi primera vez en Asia. Vamos!

Nada más llegar al hostal conocí a un chico inglés que también acababa de llegar, y tras dejar nuestras mochilas en la habitación, salimos a dar una vuelta por Seúl tras las recomendaciones del recepcionista.

Nos fuimos directamente al mercado de Dongdaemun, dimos una vuelta viendo todo lo que allí había para más tarde sentarnos a cenar en unos de los numerosos puestos que hay.  Todo parecía extraño a la vez que apetecible. seoul_pic1Cualquiera que me conozca sabe que no me gusta la comida picante, y de hecho, la comida coreana se caracteriza por ser picante. Así que teniendo esto en cuenta, empezamos por unos dumplings para acabar con frituras de pescado y verduras.

Con el estómago lleno, fuimos a dar una vuelta por la plaza de Dongdaemun. Tal vez lo mejor de callejear por Seúl, es que te sientes seguro allí donde vas, ya que es se puede decir que la seguridad de es una de las características de este país. Acabamos el día desde la terraza del hostal tomando unas cervezas e interactuando con el resto de visitantes, sin duda lo mejor que tenía.

Al día siguiente, era hora de hacer visita turística. Esta vez sólo, empecé por el Santuario de Jongmyo, lugar donde los antiguos reyes y reinas de Corea realizaban sus rituales. Luego continué hacia el palacio de Ggyeonggung.  Entre este palacio y el próximo (Changdeokgung) se encuentra el pueblo de Hanok de Bukchon, conocido por conservar la arquitectura coreana de hace cientos de años con unas 900 casas de estilo Hanok.

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Era el día de palacios, así que seguí con los de Changdeokgung y Gyeongbokgung. Merece la pena dar una vuelta y visitar sus alrededores, aunque la verdad, visto un palacio visto todos, porque son prácticamente iguales.

Dejando los palacios atrás es hora de adentrarse en la ciudad y ver la parte moderna. Allá por donde caminaba, había tiendas y restaurantesseoul_pic3 distribuidos en varias plantas de los edificios. El carácter consumista de este país es enorme.
Seguí callejeando y descubriendo la ciudad, pasando por la plaza de Gwanghwamun Square, el ayuntamiento y fotografiando parte de los numerosos rascacielos de la capital.

Era momento de descubrir un poco de la noche de Seúl, asi que nuevamente con gente del hostal nos fuimos a cenar y tomar un par de copas a los bares de Itaewon.

El segundo día estuvo marcado por la lluvia, no paró de llover en todo el día. Así que acompañado del chico que conocí el primer día, fuimos al Museo de la Guerra de Corea. Además de gratuito, estuve bajo techo, así que fue el plan perfecto. La verdad que me sorprendió gratamente como este museo de enormes dimensiones mezclaba tradición y tecnología para explicar todas las guerras que han marcado a Corea del Sur. Estuvimos unas cuatro horas, se hizo corto.

La lluvia continuaba, así que ya de noche nos fuimos a la torre de Seúl, en la montaña de Namsan. Aunque se puede subir en autobús, decidimos subir en teleférico. Hasta que no estuve en lo alto, no me di cuenta de la amplitud de esta ciudad que parece sin límites.

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El día no daba para para más, y el tiempo no acompañaba. Así que tras cenar y tomas unas cevezas, era hora ir de irse a dormir.

Último día en Seúl relajado. Una vuelta por Idaewon de nuevo, comida tranquila y tiempo de empaquetar para cambiar de ciudad. Próximo destino, Daegeon.

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